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marzo 30, 2009

Vuelves otra vez


Vuelves otra vez a tocar mi puerta
Cuantas veces te habré dicho que no,
que no deseo verte que no quiero tenerte cerca de mí.
Aléjate ya de mi vida, tú no eres bienvenido aquí.
Pero insistes. Siempre insistes y vuelves con tu misma dulzura
y con promesas que jamás se cumplirán.
Me enredas y caigo en tu trampa una vez más.
No lo puedo creer tanto que luche para tenerte lejos.
Tomas mi corazón y lo llenas de color haciéndome sentir en la nubes,
haciéndome creer que el mundo es algodón de azucar.
Me rindo y me vuelvo tuya, presa de tu esperanza y de tus ambiciones.
Me dejaré llevar, pero no seré responsable de mis propias acciones.
Tú, amor, serás culpable de todo lo que me pase.
Eres un sentimiento demasiado terco.

marzo 20, 2009

Interrupción

Paz
Tranquilidad
Un momento conmigo misma
Era todo lo que deseaba. Una mísera noche para reencontrarme con mi esencia perdida hace siglos. Había esperado demasiadas horas para poder disfrutar de este instante. Respiré profundo, abrí los brazos y me dejé llevar por mis pensamientos. Recorrí semanas de palabras perdidas y de ideas rotas. Nadé en un mar de preocupaciones y fui arrastrada por una fuerte corriente de vanalidades.
Justo cuando me sentía en mi propia cúspide, ama y señora de toda actividad neuronal, irrumpió en el cuarto aquel sonido. Era más que molesto, estridente diría. Recordé que era viernes por la noche. Viernes social, viernes del trago. Noche de bachata, mujeres y ron para mis bien amados vecinos. Dentro de mí solo hubo silencio. Todo se apagó. Como si mi alma tratara de buscar refugio ante el mundano bullicio que la rodeaba.

Escuché caer la primera gota. Luego vino la segunda.
Después vinieron mil más. Así comenzó el aguacero.
Pasos.
Gritos.
Lluvia.
Y otra vez el silencio.
El cielo había obrado un milagro. El estruendo había parado. La música de amargue ya no torturaba mis oídos. Solo se escuchaban densas gotas golpear el suelo y una que otra voz a lo lejos. Respiré profundo por segunda vez y retomé mi tarea.

Paz
Tranquilidad
Un momento conmigo misma.
Estaba tan concentrada que no me percaté del momento exacto en el que el volumen de la música fue subiendo de nuevo. Ya no sonaban las tristes notas de la bachata aquella. Ahora era una salsa timbalera demasiado movida como para quedarse quieto. Comenzó el baile y el griterío que este trae. Desistí y abrazada a la almohada me acosté en la cama.

Al son de aquella salsa me quedé dormida. Dormida con la esperanza de tener por lo menos en sueños aquel momento en soledad que la rutina me había robado.

marzo 17, 2009

Cero

Bastará con decir que eres un cero la izquierda. Sólo ante el mundo, indefenso ante lo humano. No perteneces a este mundo, o por lo menos eso es lo que tienes metido en la cabeza. Pasan los días y no te das cuenta, sueñas y crees que vives la realidad. Te hundes poco a poco en la inmundicia de lo que llamas vivir. Pero dices !alto!, esto ya no seguirá. Te levantas del mullido sofá que ya tiene impresa tu silueta y das el primer paso. Apagas el televisor al que estuviste atado por quién sabe cuantas horas. Logras llegar al teléfono. Mientras tomas el auricular tratas de recordar algún número de teléfono. Tu esfuerzo es en vano. Nada sale de tu cabeza. Sientes en tu lengua el amargo sabor de la soledad. Matices de una depresión algo familiar afloran en tus pensamientos. Comienzas a dar vueltas sin saber a dónde ir. Todo parece ajeno a ti. Te rindes ante lo vacío de tu existencia y decides volver a donde perteneces. A aquel rincón de la casa donde nadie te ve, donde nadie te percibe, donde nadie se da cuenta de que existes. La melancolía explota como burbuja en tu cara y te das cuenta de quién eres. No eres más que un triste recuerdo decidido a no dejarse borrar por las huellas del tiempo.

Pasión novelística


Según las telenovelas toda historia tiene un final feliz. La protagonista se casa con el bueno siempre vestida de blanco no importa los pecados que haya cometido. Tienen muchos hijos y viven con una sonrisa pegada al rostro por el resto de sus días. Y ay del villano, que siempre muere de forma trágica o recibe un poco de su propia medicina.
Todo así de simple. No hay una forma más absurda, mejor dicho ilusa de plasmar la vida real.

Yo lo confieso, soy adicta a estos melodramas. También acepto que son mal actuados el 75% de las veces.Pero es inevitable dedicar una hora de mi tiempo a por lo menos una de ellas. Seguir una historia de estas te hace suspirar y creerte uno de los personajes. Lorena Aurora, Juana María o tal vez Carmen Cecilia, el asunto es identificarse con cualquiera de las actrices con nombres extensos, cara bonita y hombres demasiado buenos para ser reales.

Lo malo del caso es cuando pasa una hora y te das cuenta que la telenovela termina. Para mí es el sentimiento más frustrante. Volver a enfrentarse con el hecho de ser tú y no aquella que está en brazos del apuesto galán. A mí me pasa todos los días. Cuando dan las 11 en punto y comienza el noticiero, siento que mi mundo se desmorona. Es como si una parte de mí quisiera quedarse dentro de aquella trama y olvidarse del otro drama que vivo en la realidad.