RSS

marzo 17, 2009

Pasión novelística


Según las telenovelas toda historia tiene un final feliz. La protagonista se casa con el bueno siempre vestida de blanco no importa los pecados que haya cometido. Tienen muchos hijos y viven con una sonrisa pegada al rostro por el resto de sus días. Y ay del villano, que siempre muere de forma trágica o recibe un poco de su propia medicina.
Todo así de simple. No hay una forma más absurda, mejor dicho ilusa de plasmar la vida real.

Yo lo confieso, soy adicta a estos melodramas. También acepto que son mal actuados el 75% de las veces.Pero es inevitable dedicar una hora de mi tiempo a por lo menos una de ellas. Seguir una historia de estas te hace suspirar y creerte uno de los personajes. Lorena Aurora, Juana María o tal vez Carmen Cecilia, el asunto es identificarse con cualquiera de las actrices con nombres extensos, cara bonita y hombres demasiado buenos para ser reales.

Lo malo del caso es cuando pasa una hora y te das cuenta que la telenovela termina. Para mí es el sentimiento más frustrante. Volver a enfrentarse con el hecho de ser tú y no aquella que está en brazos del apuesto galán. A mí me pasa todos los días. Cuando dan las 11 en punto y comienza el noticiero, siento que mi mundo se desmorona. Es como si una parte de mí quisiera quedarse dentro de aquella trama y olvidarse del otro drama que vivo en la realidad.

0 comentarios:

Publicar un comentario